Monday, July 10, 2017

Cuando nada es sagrado en Israel, la decisión de la UNESCO no supone ninguna sorpresa - Shlomo Puterkovsky - Ynet



La decisión tomada el viernes por el Comité de Patrimonio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) de declarar la Cueva de los Patriarcas en Hebrón como un lugar del Patrimonio Mundial Palestino provocó reacciones que iban desde la furia al cachondeo en Israel. La conexión judía con la Cueva de los Patriarcas tiene miles de años y comenzó muchos años antes de que naciera el Islam.

La Biblia, seguida por la tradición judía, habla de tres lugares que nuestros antepasados ​​compraron a un precio elevado. La Cueva de los Patriarcas y el campo en el que se encuentra alrededor fueron comprados por Abraham por 400 siclos de plata a Efrón el Hitita.

La tumba donde José fue enterrado en Nablus fue comprada por Jacob a los dueños de la tierra por 100 piezas de plata. El lugar en el que fue construido el Templo fue comprado por el Rey David a Araunath el Jebuseo por 600 piezas de oro.

A través de las generaciones, los judíos atribuyeron una gran importancia a estos lugares. Mientras toda la Tierra de Israel fue prometida al pueblo de Israel, desde el Mar Mediterráneo hasta el río Jordán, estos tres lugares siempre fueron considerados especiales. Estos son lugares que supuestamente todo el pueblo de Israel heredó.

Los científicos y los investigadores del misticismo y la espiritualidad encuentran muy difícil definir el término "santidad". Los investigadores de la teoría del conflicto, que también se conoce como teoría de juegos, tienen una respuesta muy poco espiritual a esta pregunta. En su opinión, al menos en algunos casos, la santidad es la historia que nosotros, como pueblo o como grupo social, nos contamos a nosotros mismos para establecer una línea roja sobre un tema determinado. Cuando algo es "sagrado", no podemos renunciar a él incluso si realmente queremos hacerlo. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con esta perspectiva, pero no podemos negar el importante papel que la santidad desempeña en las batallas, y especialmente en las batallas nacionales.

La batalla sobre los derechos históricos y modernos de Israel a los lugares que son la cuna de la existencia del pueblo judío se está librando entre dos partes muy diferentes. Una de las partes, la árabe-palestina, sabe santificar las cosas que considera importantes. La otra parte, la judío-israelí, actúa de una manera que transmite que nada es sagrado. Desde el momento que el Estado de Israel, como representante del pueblo judío, está dispuesto a poner sobre la mesa de negociaciones cuestiones como la soberanía y el estatuto del Monte del Templo y la Cueva de los Patriarcas, el mensaje que se da a los palestinos y al mundo entero es muy claro: "nada es realmente sagrado para nosotros".

Cuando en una de las partes, todo el sistema educativo está centrado en fortalecer el sagrado estatus del derecho a la tierra, mientras que la otra parte, cuando se habla acerca de nuestro derecho al Monte del Templo o a la Cueva de los Patriarcas se considera que se provoca una "religionización" (convertir un tema en un principio religioso o imbuirlo de influencia religiosa), estamos perdiendo la batalla antes de que comience.

Ante tal realidad, la decisión de la UNESCO no es ninguna sorpresa. La verdadera sorpresa es que ese fallo haya tardado tanto en llegar.

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