Sunday, June 18, 2017

Un gran artículo: La sobredramatización del “dilema” de Israel - Max Singer - Besa


Ehud Barak recientemente ha realizado una larga reseña en el Haaretz del nuevo e importante libro de Micah Goodman, "Catch 67", a la que Goodman respondió a la semana siguiente. Goodman sostiene que la victoria de Israel en 1967 creó una “trampa” que se refleja en el dilema actual de Israel, en la que ambos lados (la izquierda política y la derecha israelí) tienen razón. Barak no está de acuerdo. En su opinión, la elección es clara: la izquierda es la que tiene razón.

Ambas, tanto la visión de Barak y su narración de la visión de Goodman  ignoran la realidad actual de las elecciones reales de Israel. No estamos ante un dilema acerca de renunciar a territorio. Estamos frente a una tarea desagradable, y la necesidad de tener paciencia durante un período de décadas.

Israel no tiene ahora la opción de entregar territorio a los palestinos o la creación de un estado palestino; Israel, por lo tanto, no se enfrenta a un dilema.

Y aunque sin duda existen palestinos que buscan la paz, como comunidad, los palestinos ni han comenzado siquiera a discutir la posibilidad de hacer una paz que incluya aceptar a  Israel y terminar el esfuerzo palestino de obtener toda la tierra, “desde el río hasta el mar”. Tampoco han comenzado a tener una discusión pública sobre la posibilidad de que la mayor parte de los “refugiados” se establecerán fuera de Israel. Sin debate entre los palestinos, no hay manera de que puedan renunciar a su determinación de destruir a Israel y hacer una paz genuina.

No hay ninguna posibilidad de que pueda haber en la actualidad un acuerdo de paz real, independientemente de la cantidad de territorio al que Israel estaría dispuesto a renunciar... Es cierto que una solución de dos estados finalmente derrotaría los esfuerzos palestinos y árabes de un siglo, pero aún no están preparados para aceptar la derrota de sus objetivos. Sea cual sea el desacuerdo que haya entre los israelíes sobre la cantidad de territorio, en su caso Israel debe renunciar a conseguir la paz porque ese desacuerdo no es lo que se interpone en el camino de la paz.

En teoría, existen otras dos posibilidades que podrían crear un dilema para Israel acerca de renunciar al territorio. La primera sería un acuerdo con los palestinos para hacerse cargo de buena parte de Judea y Samaria sin firmar una paz total con Israel. La segunda sería una acción unilateral por parte de Israel para separar ambos pueblos y poner fin a la ocupación sin un acuerdo con los palestinos.

Por las razones expuestas a continuación, ninguno de ellas es una posibilidad realista independientemente de la cantidad de Judea y Samaria a la que Israel esté dispuesto a renunciar. Una vez más, no existe un dilema real.

Los palestinos tienen su voz en lo que sucede. La elección que han hecho es obligar a Israel a “ocuparles” porque quieren mantener la lucha para destruir a Israel. Han elegido ser "víctimas", un “pueblo ocupado”, y eso porque mejora su posición diplomática, causa dolor a Israel, y provoca un conflicto interno dentro de Israel. Estos efectos son malos para Israel y buenos para los palestinos. De hecho, cuanto más perjudiciales sean para Israel, más deseables son para los palestinos.

Tendrían que existir más desventajas en el actual status quo para los palestinos, para que entonces abandonaran esa arma contra Israel para mejorar sus condiciones de vida. Esto es especialmente cierto para la dirección palestina, la cual sufre menos el status quo que la mayoría de los palestinos y obtienen más beneficios de la continuación del conflicto.

Pero si los palestinos no van a buscan un acuerdo que sacrifique la ventaja de obligar a Israel a ser un “ocupante”, ¿hay alguna manera de que Israel pueda obligarlos a hacerlo mediante la adopción de medidas unilaterales que separen ambos pueblos? Esta idea atrajo a Sharon, y así organizó la “desconexión” de Israel de Gaza. Algunos israelíes dicen que la retirada fue una buena idea que funcionó mal porque fue realizada de manera unilateral. Pero, ¿por qué deberíamos pensar que los palestinos darían su acuerdo a unos arreglos que mejorarían la posición de Israel? Ellos se consideran en guerra contra nosotros. Nos quieren causar dolor y ponernos en desventaja, y están dispuestos a aceptar bajas y sufrimiento para hacerlo.

No obstante, Gaza era simple y Cisjordania muy complicado. No hay manera de que Israel pueda separarse de la población palestina en Cisjordania sin un acuerdo con los palestinos. Esto es debido a la necesidad militar de Israel de mantener su acceso al valle del Jordán, lo que incluso sería cierto si no existieran los bloques de asentamientos.

Incluso si todos los asentamientos y puestos avanzados de los jóvenes de las colinas desaparecieran, las retiradas unilaterales israelíes no podrían producir un nuevo y estable status quo que podríamos imponer a los palestinos. Además, Israel está siendo considerado internacionalmente como un ocupante de Gaza, a pesar de que se haya retirado por completo. Lo mismo sería cierto para Judea y Samaria después de una retirada unilateral israelí. Los palestinos insistirían en que todavía están ocupados y tomarían medidas para obligar a Israel a actuar en las zonas evacuadas.

Por lo tanto, los palestinos nos tienen atrapados. A pesar de que nos hemos comprometido con el principio de que la ocupación en Judea y Samaria es temporal, estaremos atascados con ella durante mucho tiempo. También tendremos que seguir recogiendo bajas y enviando a nuestros hijos a ser soldados y matar a terroristas y atacantes. Desde luego no nos dieron nuestro hogar en bandeja de plata.

Esta realidad significa que la cuestión de qué territorio debemos abandonar es una pregunta para un futuro más o menos lejano. Cuando exista una posibilidad real de mejorar las cosas renunciando a la tierra, las condiciones de nuestra región y quizás del mundo serán impredeciblemente diferentes de las son hoy. Nuestros desacuerdos sobre la cantidad de territorio a renunciar en estos momentos no representan ninguna diferencia. No estamos ante un dilema práctico. No hay ninguna razón por la que debamos seguir golpeándonos entre nosotros acerca de la tierra, puesto que llegada la auténtica ocasión sabríamos estar dispuestos a renunciar por los beneficios.

Una mayoría de los israelíes y de nuestro gobierno han decidido que Israel debería estar dispuesto a renunciar a la mayor parte de Judea y Samaria con el fin de tener paz, y tal vez incluso estar dispuestos a separarnos de los palestinos sin ella. Una mayoría aún más grande se opone a cualquier retirada mientras la comunidad palestina mantenga sus objetivos actuales. Por lo tanto, no es cierto que nuestro conflicto con los palestinos sea el resultado de una egoísta o terca insistencia en celebrar toda la tierra de Israel. Pero no hay nada que podamos hacer en la actualidad para implementar nuestra disposición a renunciar a la mayor parte de Cisjordania.

¿Entonces, qué podemos hacer para mejorar las cosas mientras seguimos viviendo con el status quo? En primer lugar, si reconocemos que los palestinos no nos facilitarán de ninguna manera dejar de ser “ocupantes”, podemos trabajar juntos entre nosotros, la izquierda y la derecha, para reducir el daño moral y el de la “ocupación”. Y también podemos detener los insultos  entre nosotros y las acusaciones por no esforzarnos lo suficiente para poner fin a la ocupación.

Y es que no debemos estar luchando por algo que no tenemos el poder de cambiar. La energía utilizada para este tipo de peleas debe ser dirigida hacia la creación de una ocupación menos dañina.

Nuestra posición diplomática también mejoraría si hubiera un menor número de israelíes culpando a otros israelíes por una continua ocupación cuando Israel no tiene ninguna opción en esa materia.

A más largo plazo, debemos hacer todo lo posible para que los palestinos y el mundo árabe estén cada vez más dispuestos a renunciar a su determinación para destruirnos. Ser más agradable hacia ellos podría ayudar, aunque eso no es por lo general una estrategia muy eficaz en el Oriente Medio. Puede que sea más útil hacerles ver que no estamos desgarrados por una división interna o que somos incapaces de soportar la carga moral de ser ocupantes, demostrándoles que estaríamos dispuestos, como ellos lo están, a seguir viviendo con el status quo indefinidamente. Los EEUU podrían ayudar mediante la sustitución de una falsa “imparcialidad” por una estrategia de búsqueda de la verdad que muestre el mundo árabe de que los EEUU no les van a ayudar a destruir a Israel.

Muchos israelíes argumentan que tenemos que encontrar una solución a nuestro conflicto con los palestinos, y algunos insisten en que el problema es urgente ( “Paz Ahora”.) Sin embargo, la experiencia de Israel en sus primeros sesenta años nos debe enseñar que la paciencia es una ventaja y tal vez incluso una necesidad. ¿Qué es lo que nos permite pensar que poseemos una solución disponible?

Esto no implica argumentar que el status quo no tiene peligros. Israel no es seguro. Somos fuertes pero también vulnerables, y muy capaces de cometer errores decisivos. Pero el afán de resolver nuestro conflicto con los palestinos no nos volverá más seguros. Tampoco lo hará ignorarlo. Mantener nuestro hogar aquí requiere que aceptamos los peligros y los costes humanos de todo tipo.

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