Sunday, June 18, 2017

El festival de la ocupación y Amos Oz contra el "fanatismo asquenazí" - Ben-Dror Yemini - Ynet


Amos Oz insiste en formar parte del rebaño de declamadores de clichés

 Estos son los días del 50 aniversario de la Guerra de los Seis Días, esa que muchos ven principalmente como el festival de la ocupación. Por ejemplo, el partido izquierdista Meretz decidió boicotear una sesión de la Knesset, porque, según el jefe del grupo en la Knesset Ilan Gilon, “ignora descarada y visiblemente la ocupación y el precio que se ha cobrado a lo largo de los años en vidas humanas”.

Este es el tipo de la reivindicación. Yo esperaría escuchar eso de la diputada árabe Hanin Zoabi, pero no de Gilon. El festival de la ocupación está siendo coreado, con razón o no, casi sin cesar. El 50 aniversario de la guerra es principalmente una oportunidad de recordar que la guerra estalló debido a los planes de aniquilación de los países árabes, incluso antes de que hubiera una ocupación. Y en cuanto al precio que se ha pagado en vidas humanas, debemos afirmar que cada muerte es una tragedia, y también añadir que dudo que haya cualquier otro conflicto mundial que se haya cobrado un precio tan pequeño en vidas humanas.

Incluso una persona de izquierdas como Gilon sería capaz de admitir estos hechos básicos. Y no, eso no contradice la batalla librada por Gilon y otros a favor de una solución de dos estados y/o en contra de la política del gobierno actual.

Como parte de este festival, la Associated Press publicó una historia sobre la difícil vida de Fuad Maraita, en la ciudad cisjordana de Salfit, que se ve obligado a despertarse a las 3:30 cada mañana para ir a trabajar en Israel. El informe recibió amplia circulación y también fue publicado en el New York Times.

El malestar experimentado por los trabajadores palestinos es un hecho. Pero cuando la prensa, que se supone que es decente, ignora el hecho de que la barrera entre Israel y los territorios es el resultado del terrorismo palestino, cuando se ignora el hecho de que los residentes de Gaza están angustiados porque Hamas prefiere una industria de cohetes y muerte sobre su bienestar y prosperidad, cuando se pasa por alto el hecho de que bajo el gobierno de Israel los palestinos también han experimentado muchas mejoras y cambios para mejor, y cuando el mismo informe ignora el hecho de que los palestinos han echado abajo en varias ocasiones cualquier propuesta que les habría dotado de un estado, todo esto parece principalmente un extravío.

El secretario general de las Naciones Unidas también se unió al festival. En un comunicado con motivo del 50 aniversario de la Guerra de los Seis Días, Antonio Guterres  mencionó que la decisión en 1947 fue la de establecer dos estados, pero sólo el judío fue fundada. ¿Por qué? Después de todo, no hubo ocupación hasta 1967, pero a pesar de eso no se estableció ningún estado árabe palestino. Desde entonces, a los palestinos se les ha ofrecido un estado una y otra vez, y siempre se han negado. Entonces, ¿por qué no puede decir la verdad el jefe de la ONU? ¿Por qué es tan dificil?

Todos estos sesgos del Meretz, de los medios y del jefe de la ONU, tienen como objeto ayudar a los palestinos. Pero aún así contienen algo de racismo, porque les dejan fuera a la hora de hablar de responsabilidades. Esta es la forma en que se trata a pueblos que se consideran no maduros o inferiores, con indulgencia. Esta no es la manera de tratar a una comunidad que podría haber fundado un estado, elegido construirlo y mejorar su destino hace mucho tiempo, pero que en su lugar se ha vuelto completamente adicto a la victimización. Y el Meretz, la AP y Guterres están ayudando a este gran engaño. Esta no es la manera de avanzar en una solución al problema palestino. Este es solamente el camino para perpetuarlo.

El monstruo del fanatismo

En honor de la Semana del Libro Hebreo y la publicación de su nuevo libro, Amos Oz decidió quejarse del fanatismo en Israel y culpar de ello a los asquenazíes. Esto es interesante, porque si preguntáramos a la extrema derecha sobre lo mismo, seguro que dirían algo muy similar, pero esta vez apuntarían a los árabes.

A veces, parece que las reclamaciones de fanatismo son la vía de escape de los fanáticos. Pero Oz no es un fanático. Lejos de eso. Y su declaración simboliza el lugar hacia el que la izquierda, incluso la denominada izquierda cuerda, se dirige. Oz está haciendo una montaña de un grano de arena. Durante años, lo habitual de la izquierda ha sido la creación de falsas noticias sobre el deterioro de la democracia, su pasión por la muerte de civiles en acciones de soldados del IDF, la radicalización política. El resultado es un miedo paranoico al monstruo del fanatismo.

Esto no tiene sentido. Por supuesto, existen márgenes fanáticos, tanto entre los judíos como entre los árabes israelíes. Nada más que en los márgenes. No hay ninguna prueba de que Israel sea más fanático de lo que era, por ejemplo, a principios de 1980. En las elecciones de 1981, un hombre de izquierdas era incapaz de entrar en el mercado Carmel de Tel Aviv.

La afirmación de que los askenazíes son fanáticos y los sefardíes posean una tradición de moderación y de buenas relaciones de vecindad con los árabes es también bastante peculiar. Los judíos de los países islámicos eran un población inferior, consentida si aceptaba esa condición, y aún así sufrían de persecución y acoso, y los askenazíes no llegaron aquí con características de fanatismo. Es un poco triste que Oz esté tratando de reescribir la historia.

Incluso reescribir la historia más cercana. A día de hoy, el público israelí está listo para muchos más compromisos políticos de lo que lo estaba en los años 1970 y 1980. Ahora existe más moderación, no radicalización. Eso también se aplica a los árabes de Israel. No se han convertido en sionistas, pero la mayoría de ellos están sometidos a un proceso de israelización. Cada año hay más voluntarios interesados ​​en hacer el servicio militar. Es cierto que incidentes como los que tuvieron lugar en Umm al-Hiran y en Kafr Qasim crean una impresión contraria. Pero las encuestas en profundidad, tanto las llevadas a cabo por el Instituto de la Democracia de Israel y las llevadas a cabo por el profesor Sammy Smooha, revelan su moderación y el deseo de encajar.

Precisamente en el contexto del conflicto árabe-israelí, Israel no es desde luego un mar de fanatismo, sino un mar de cordura. En Suecia, que tiene mucho menos problemas y menos graves, que no tiene largos años de conflicto y que tiene una pequeña minoría musulmana, 600 neonazis realizaron una marcha violenta en Estocolmo en noviembre pasado, y el partido de la derecha radical, que ganó el 13% de los votos en las últimas elecciones, ya se baraja obtener en las urnas un 24%. También hay disturbios violentos y vándalos en otros países escandinavos. Uno sólo puede imaginar lo que habría pasado si sus problemas fueran similares a los de Israel.

Estos son los hechos, pero el rebaño de declamadores de clichés sobre el fin de la democracia y sobre el fanatismo no permitirá que estos hechos les confundan. Oz, como un hombre de pensamiento, podría haber dicho algo un poco más serio, pero él insiste en ser parte de la manada. Qué lástima.

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