Sunday, September 27, 2015

Un sello de piedra refuta a los negadores de la historia judía de Jerusalén - Jonathan Tobin - Commentary




En las últimas semanas, el conflicto sobre el Monte del Templo en Jerusalén se ha calentado bastante. Los palestinos se han vuelto cada vez más violentos en sus esfuerzos para impedir que los judíos entren allí donde se ubicaron los dos templos bíblicos y que constituye el lugar más sagrado del judaísmo. Aunque el Estado de Israel ha impuesto a los judías unas reglas que, por ejemplo, les impiden rezar allí, los estados árabes y las Naciones Unidas consideran que el deseo de los judíos de visitar el Monte del Tempo resulta un insulto al Islam. El líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, ha llamado a su pueblo a resistir los esfuerzos de los israelíes de "profanar" esos lugares santos con "sus apestosos pies judíos (ojo, nada de pies israelíes)". Este esfuerzo para avivar el odio árabe contra los judíos es un acto cínico que tiene varios precedentes en la historia palestina y que inevitablemente condujeron al derramamiento de sangre judía. Pero mientras los esfuerzos israelíes de detener el aumento del terror en Jerusalén reciben críticas injustas, la verdad acerca de la lucha por la meseta sagrada se ilustra mejor con la noticia de un sorprendente descubrimiento arqueológico.

Los investigadores que han tamizado y registrado los escombros del Monte del Templo que fueron arrojados fuera de los muros por las autoridades musulmanas, han encontrado un antiguo sello de piedra que data de los siglos X o XI antes de la era común. Ese es el período de los reinos de los reyes bíblicos David y Salomón, cuando el primer templo fue construido allí. Mientras que el hallazgo, como es inevitable, provocará el feroz y habitual debate entre los estudiosos sobre tal descubrimiento, ofrece no obstante un contexto importante para la lucha política sobre el Monte del Templo y Jerusalén.

La razón por la que algunos se cuestionan la importancia del sello es que se encontró entre las 40 toneladas de tierra excavadas por maquinaria pesada de la tierra del Monte del Templo en la década de 1990. Esa excavación fue ordenada por el Wakf musulmán al que Israel permitió administrar el lugar y sus mezquitas desde la reunificación de Jerusalén en 1967, y fue el resultado de un proyecto de reconstrucción de la mezquita. Aunque éste es uno de los lugares históricos más importantes del mundo, el Wakf no tenía ningún interés en preservar el gran tesoro de artefactos que contienen los 35 acres que componen el Monte del Templo. De hecho, a juzgar por la brutalidad de sus métodos y su decisión de simplemente volcar el contenido y los escombros de su excavación en el Valle de Cedrón, fuera de la ciudad amurallada, parece obvio que el Wakf estaba tan interesado en destrozar cualquier posible evidencia de la historia pre-islámica de este lugar, como en la mejora de sus instalaciones.

El gobierno israelí, entonces como ahora a cargo de esa línea derechista supuestamente dura de Benjamin Netanyahu, estaba tan interesado en mantener la paz que no hizo ningún esfuerzo a la hora de detener lo que debe ser considerado como el mayor acto de vandalismo arqueológico de la historia. De hecho, las acciones del Wakf deben alinearse con los esfuerzos de los talibanes y el ISIS para destruir los vestigios de las culturas pre-islámicos en las zonas bajo su control. Pero mientras que los talibanes y el ISIS simplemente desean borrar la evidencia de las religiones pre-musulmanes en la región, el Wakf, con el apoyo de la Autoridad Palestina, tenía una agenda más específica: negar la historia judía.

El punto de disputa sobre el Monte del Templo no gira realmente acerca de la protección de los lugares sagrados musulmanes que estarían en peligro supuestamente por la interferencia israelí. Por el contrario, el objetivo de los activistas palestinos que operan en el Monte del Templo es excluir a los judíos de la zona, tal y como fueron excluidos de la totalidad de la Ciudad Vieja de Jerusalén, incluido el Muro Occidental, antes de que Israel tomara el control de la misma en junio de 1967.

Aunque la malicia forma parte de este esfuerzo, tiene sus raíces en un objetivo más concreto. Abbas, su Autoridad Palestina y sus medios de comunicación oficiales niegan sistemáticamente que Jerusalén tenga una historia judía. Ellos consideran todas las pruebas de los vínculos históricos imborrables entre los judíos y su antigua capital como mera propaganda sionista. En lugar de tratar de cooperar para asegurar que todas las religiones tengan el mismo acceso y mismos derechos a los lugares santos en Jerusalén - algo que sólo ha llegado a ser posible bajo soberanía israelí -, los palestinos tratan a los judíos como intrusos, incluso en aquellos lugares más estrechamente asociados con la historia judía.

En este contexto, la batalla sobre la arqueología no es solamente un debate académico, sino una parte vital del esfuerzo que trata de negar la legitimidad de un Estado judío, no importando donde se asienten sus fronteras. Destrozando una zona que estaba repleta de importantes restos y artefactos que llevaban enterrados más de 30 siglos, los palestinos esperan convencer al mundo de que los judíos no tienen derecho a Jerusalén, y mucho menos a cualquier parte de Israel, incluyendo las áreas dentro de las fronteras de 1967.

La importancia del sello hallado es que muestra el nivel de actividad existente en la capital del antiguo Israel. Desde el momento que negar la existencia del Reino de David podría lastimar de alguna manera la legitimidad del sionismo, la destrucción de las evidencias de su existencia son claves en su agenda. Es por eso que excavaron y destrozaron el Monte del Templo, y es también por eso que la labor de los voluntarios del Temple Mount Sifting Project (Proyecto tamizar - los restos - el Monte del Templo) es tan importante, al revisar cuidadosamente el material de allí eliminado.

Al igual que el sorprendente trabajo arqueológico llevado a cabo en la ciudad de David, a las afueras de las antiguas murallas actuales que ha recibido el apoyo de filántropos de Nueva York como Daniel Mintz y Meredith Berkman, el sello de piedra refuta a los negadores de la historia judía. Mientras ellos continúan afirmando que la Ciudad Vieja es "tradicionalmente palestina" o el "Jerusalén Este árabe", todo lo que se necesita hacer para confirmar las raíces judías de Jerusalén es empezar a cavar.

La única solución justa al problema del Monte del Templo es preservar las mezquitas y el derecho de los musulmanes a rezar en ellas (algo que no está en cuestión), pero al mismo tiempo proteger el derecho de los judíos a visitar su lugar sagrado. Mientras que Israel es falsamente acusado de socavar la frágil paz en Jerusalén por Naciones Unidas, los únicos culpables de fomentar la violencia son aquellos palestinos que están comprometidos en su esfuerzo por negar la historia judía y los derechos de los judíos.

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